Nuestros niños y jóvenes crecen con una distorsionada idea de lo que es nuestra Historia, tan sólo aprenden lo lindo que fue nuestro país o quien dirigen en alguna fecha especifica, dejando a un lado lo que para algunos no son relevantes pero en realidad si marca importancia en la historia.
Si nuestra niñez aprendiera la historia, la comprendiera y tuviera una visión real de nuestro pasado y presente, estaríamos creando una generación experimentada y ganadora, pero tristemente producimos lo contrario aunque queramos negarlo. El conocimiento no es éxito de un profesor, ni de una escuela.
¿Pero qué podemos hacer para revertir esto?
“Uno de los hallazgos más excitantes de toda la sicología es la nueva comprensión de lo mucho que se puede aprender en la infancia temprana”. Pueden empezar mostrando a sus hijos láminas de los libros y relatándoles lo que enseñan. “Los años críticos son desde que nacen hasta el tercero.” Esto se debe a que la mente joven se presta especialmente a recibir forma u orientación, absorbe información con más facilidad, como se ve por la rapidez con que el infante domina un idioma. Un profesor de la Universidad de Nueva York especializado en educación temprana hasta dice que ¡“los padres deben empezar a enseñar a sus hijos a leer tan pronto como los traigan al hogar desde el hospital donde han nacido”!.
La idea es que se ayude al infante a razonar sobre el asunto del cual se esta hablando y a llegar a conclusiones correctas. Cuando un niño está acostumbrado a leer, o la lectura es algo común para él, su interpretación de los hechos va a ser distinto. En su estudio va a protagonizar preguntas tales como: ¿por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? y ¿Para qué?, las misma van a lograr una fijación, comprensión y al mismo tiempo que con el transcurso de los años será critico, reflexivo.
Por eso jamás se llegue a pensar que los niños están muy pequeños para comprender historia, ya sea por obras, por relatos, por películas bien seleccionadas, por títeres o por cualquier método y/o recurso, llevemos la historia al aula de clase, a los más pequeño vinculémoslos en lo que paso ayer, en lo que ocurre hoy y en qué harían ellos mañana.
Si nuestra niñez aprendiera la historia, la comprendiera y tuviera una visión real de nuestro pasado y presente, estaríamos creando una generación experimentada y ganadora, pero tristemente producimos lo contrario aunque queramos negarlo. El conocimiento no es éxito de un profesor, ni de una escuela.
¿Pero qué podemos hacer para revertir esto?
“Uno de los hallazgos más excitantes de toda la sicología es la nueva comprensión de lo mucho que se puede aprender en la infancia temprana”. Pueden empezar mostrando a sus hijos láminas de los libros y relatándoles lo que enseñan. “Los años críticos son desde que nacen hasta el tercero.” Esto se debe a que la mente joven se presta especialmente a recibir forma u orientación, absorbe información con más facilidad, como se ve por la rapidez con que el infante domina un idioma. Un profesor de la Universidad de Nueva York especializado en educación temprana hasta dice que ¡“los padres deben empezar a enseñar a sus hijos a leer tan pronto como los traigan al hogar desde el hospital donde han nacido”!.
La idea es que se ayude al infante a razonar sobre el asunto del cual se esta hablando y a llegar a conclusiones correctas. Cuando un niño está acostumbrado a leer, o la lectura es algo común para él, su interpretación de los hechos va a ser distinto. En su estudio va a protagonizar preguntas tales como: ¿por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? y ¿Para qué?, las misma van a lograr una fijación, comprensión y al mismo tiempo que con el transcurso de los años será critico, reflexivo.
Por eso jamás se llegue a pensar que los niños están muy pequeños para comprender historia, ya sea por obras, por relatos, por películas bien seleccionadas, por títeres o por cualquier método y/o recurso, llevemos la historia al aula de clase, a los más pequeño vinculémoslos en lo que paso ayer, en lo que ocurre hoy y en qué harían ellos mañana.
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